09 agosto 2009

Formas rectilíneas suajadas por el filo metálico, revueltas con trozos rojos entomatados, cebollas para las lagrimas del cocinero (debe saberse que están hechas con emoción, pues hasta las lagrimas se llega para prepara el platillo), una cascada de granos de elote, para eso del resplandor y queso!
Queso martirizado al calor, tanto que prefiere derretir su forma antes de rendirse.

Ahora el fuego tiene el protagonismo.

Último paso, pero no menos importante: Una cuchara y saliva para deleitar el paladar.

Abra la boca, meta la cuchara, saboree, mastique y repita cuantas veces sea necesario para dejarle satisfecho.

1 comentario:

  1. HAY NO ME GUSTAN LAS CALABAZAS PERO, DESCRITAS ASI IGUAL Y ME ATREVO A COMERLAS JEJEJE ...

    LUV YA!

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